La verdad y la libertad son dos conceptos que enmarcan la actividad personal y profesional de Manuel Teodoro, este gran periodista que tanto ha aportado en la transformación del periodismo investigativo en Colombia y que lo ha puesto al servicio de los demás.

La pasión por su profesión, el compromiso con toda una sociedad atenta a recibir el fruto de su misión y la audacia de vivir el día a día inmerso en una completa aventura, son las características principales que definen a nuestro invitado en esta edición especial.

Nada más certero que la frase: “una verdad desnuda es mejor que una mentira bien vestida”, el periodismo investigativo trabaja en la búsqueda inagotable de la verdad ¿cómo ese trabajo ha servido para que millones de colombianos despertemos y veamos en las historias de sus programas el reflejo de nuestra sociedad?

 Muchas gracias, para ellos trabajamos, para el público, para el beneficio de saber la verdad, pues hay mucho por contar en este país, algunos secretos, y todo lo que podamos hacer para darle utilidad al televidente, para eso estamos.

 Con el periodismo se logra hasta lo que creemos imposible, por ejemplo salvar una vida dignifica esta profesión. Hablemos de Norma, esa niña de 12 años con leucemia en el año 91 que hoy es el testimonio de un periodismo más cercano a la sensibilidad humana.

 Estas son las notas que definitivamente me hacen sentir que estoy haciendo algo de verdad útil para la sociedad, por eso yo soy periodista, fue lo que pensé cuando logramos a través de un programa concientizar a muchas personas sobre la necesidad de una niña quien requería una transfusión de médula ósea por una enfermedad mortal que le aquejaba y se logró. Ese “gracias” que la niña me dio cuando un año después ya logró recuperar su salud, es el mayor premio, mejor que cualquiera de periodismo que uno puede recibir, es ese tipo de agradecimiento del público.

 Partiendo de esa sensibilidad, tuvo usted una experiencia cercana a la muerte hace algún tiempo. Qué lección nos podría compartir recordando este hecho.

 Tuve un infarto de corazón hace tres años, la gran enseñanza después de ese suceso que me llevó hasta la puerta de la muerte, es el agradecimiento por la vida, y si uno tiene buena salud pues más aún, y bueno, aunque suene cliché, hay que vivir cada día como si fuera el último porque uno no sabe por cuánto tiempo va a estar, aquí estamos de paso.

Viviendo cada día a plenitud, ¿cómo llegó a su vida el gusto por las motos?

 Llegando a los 55 años de edad, uno se empieza a sentir más viejo, menos joven y atractivo, entonces le dije a mi esposa que necesitaba hacer algo que no me hiciera sentir así. Me dijo: “¿qué pretendes?”,  yo ya sabía que quería la moto, no podía en el acto decirle “yo quiero esa moto”, así que le expuse tres escenarios que me ayudarían a conseguir mi propósito. El primero sería comprar un carro deportivo rojo convertible, eso me haría sentir muy joven, aunque eso cuesta mucho. La segunda opción es conseguirme una noviecita de 22 años que me haga sentir como un hombre… y todo lo que ello implica, y la tercera opción, como quien no quiere la cosa, es una moto Royal Enfield que esa si calmaría toda esa ansiedad que tengo. Al final, curiosamente, la tercera opción ganó.

¿Cómo fue ese proceso para escoger la moto adecuada?

Tengo una Royal Enfield Classic 500, me enamoré de esta moto por la historia de la marca. Mi papá tenía hace muchos años un rifle de marca Enfield, y ellos hacían rifles para el ejército de Inglaterra, en la primera y segunda guerra mundial comenzaron a construir estas motocicletas para el ejército, para sus soldados, cuando vi que esta moto de alguna forma ayudó a los aliados a ganar la segunda guerra mundial, pues me pareció muy noble, el sello simboliza mucho más que un simple medio de transporte. Luego supe que la marca no resistió la competencia de Japón en los años 60 y tuvo que cerrar sus puertas. Más adelante serían unos indios quienes llegaran a Inglaterra y compraran la marca, comenzaron a fabricar las motos en la India, y reprodujeron las mismas que fueron utilizadas en la segunda guerra mundial.

Hablemos de las sensaciones que le producen montar moto

 Cumplí con mi objetivo de sentirme más joven al comprar esta moto, si el deseo era sentir más adrenalina, más virilidad, más juventud, ¡lo logré! Siento aventura, me encanta el hecho que cuando se está montando una moto, uno tiene que estar enfocado cien por ciento en el aquí y ahora, yo no puedo estar pensando en otras cosas, tengo que utilizar mis cinco sentidos. Es casi como meditación, esto para mi cerebro que es muy disperso e hiperactivo ha sido muy útil.

La moto suena y se siente como un animal, por eso uno tiene que respetarlo, el caballo, el potro salvaje hay que saberlo domar, hay que aprender a convivir con éste; tiene fuerza, nos puede llevar a un muro si no se maneja bien. Y bueno, me gusta mucho también el hecho que uno la puede “engallar” ya he estado mirando algunos detalles.

La moda ocupa un lugar muy importante dentro de su personalidad, hay muchos quienes le seguimos las tendencias que marca en sus atuendos ¿es así también para la ropa que usa cuando va en moto?

 Esta es una moto clásica, retro, entonces la chaqueta de cuero tradicional no puede faltar, me compré el casco viejo y los “Goggles” esos anteojos clásicos, la pañoleta y bueno, ahí voy poco a poco.

Algún consejo para los motociclistas apasionados que ven en la vía la pista ideal para correr y dejar a todos atrás.

 Vivimos en una sociedad entre muchos conductores que infortunadamente solo piensan en ellos, no piensan en el motociclista, hay que manejar muy a la defensiva, sugeriría tener siempre los cinco sentidos, estar cien por ciento alertas, no distraerse y utilizar mucho el sentido común.

Finalmente, un saludo para todos los seguidores de la Revista Publimotos en Colombia y el mundo.

Publimotos, qué gran revista. Este es uno de los medios de transporte más progresivos, útiles y necesarios en un país tan congestionado como el nuestro, es un excelente hobbie. Manejemos con cuidado y disfrutemos de nuestras motos, todos vamos a estar contentos. 

Entrevista: Antonio José Cogollo Rodríguez